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domingo, 11 de marzo de 2012

Un submarino autónomo bajará hasta el epicentro del terremoto que asoló Japón

 Gerold Wefer, investigador del centro MARUM de la Universidad de Bremen junto al submarinoUn submarino autónomo ayudará a un equipo de científicos del centro de ciencias aplicadas MARUM de la Universidad de Bremen  a investigar la zona del terremoto que asoló Japón el pasado 11 de marzo.
El sumergible de alta tecnología es la estrella de una misión que persigue observar la fosa de Japón, una zona de deslizamientos de placas tectónicas donde se originó el seísmo y el enorme tsunami que arrasaron el noreste del archipiélago hace ahora un año.
Los científicos alemanes, ayudados con colegas japoneses, utilizarán este vehículo equipado con cámaras y un completo instrumental para sondear los fondos marinos hasta 7.000 metros de profundidad.
El aparato utilizado, de 5,5 metros de eslora, parece un submarino de pequeñas dimensiones y está dotado con sonares multihaz. El Sonne, barco desde el que se lanza el vehículo autónomo, está equipado con ecosondeadores y permitirá levantar varios mapas de las profundidades submarinas cerca de la fosa de Japón que bordea la isla principal de Honshu.
Este aparato autónomo se moverá por las inmediaciones del epicentro de las sacudidas sísmicas de magnitud 9 que causaron un maremoto de más de 15 metros en el litoral pacífico del archipiélago, con un balance de 19.000 muertos, y dañó la central atómica Fukushima Daiichi.

Investigar para prevenir nuevos seísmos

Los datos recogidos durante un mes en la falla, que se extiende sobre cientos de kilómetros, deben ayudar a comprender el mecanismo de los seísmos y tsunamis susceptibles de reproducirse.
Esta misión empieza cuando Japón se dispone a rendir homenaje a las víctimas del desastre histórico ocurrido el 11 de marzo de 2011a las 14H46 (05H46 GMT). Según Wefer, director del Centro de Cambios Ambientales de la Universidad de Bremen, los científicos van a ver "enormes fisuras en las rocas".
Las nuevas representaciones geográficas serán comparadas con las realizadas antes del "gran sismo del Este" (nombre oficial de la catástrofe del 11 de marzo) para analizar lo ocurrido bajo el mar en el momento de las trepidaciones telúricas.
El epicentro del seísmo estaba situado en el Pacífico, a unos 130 km de las costas de Honshu, donde la placa tectónica oceánica se desliza debajo de la plaza euroasiana que sostiene a Japón.
La misión también recogerá muestras de sedimentos de la región de la fosa, con la esperanza de realizar estimaciones de la posibilidad de nuevos temblores fuertes.
"Las previsiones de terremotos son extremadamente difíciles con las tecnologías y los datos actuales", recuerda Shuichi Kodaira, del Instituto de Investigación sobre la Evolución de la Tierra en la Agencia japonesa de Tecnologías Marinas y Terrestres.
"Pero lo que podemos hacer sin embargo es intentar entender la historia y la recurrencia de los grandes terremotos en la fosa de Japón utilizando datos de esta expedición y otras anteriores", añade.

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