danielorbis

sábado, 4 de diciembre de 2010

Nueva literatura de vampiros: para morderte mejor


Los vampiros atacan de nuevo nuestras librerías. Lo hacen desde las páginas de «El pasaje», de Justin Cronin; «Oscura», de Guillermo del Toro y Chuck Hogan, y «Los Radley», de Matt Haig

Drácula no fue más que un perdedor nato (o, mejor dicho, no-muerto). Apenas quería conocer Londres, seducir a señoritas aburridas de novios victorianos y no molestar demasiado. Tiempo después, el tipo de sangre y género ha sufrido raras mutaciones: ahora los vampiros buscan la dominación mundial, fingen beber sangre artificial y quieren ser los chicos más populares del instituto. Así, el vampiro como virus: el vampirus. Y Justin Cronin (New England, 1962) había firmado dos buenas novelas «literarias» –Mary and O’Neil The Summer Guest– que lo revelaban como digno aprendiz de Richard Russo, premios en las paredes del estudio, y poco dinero en el bolsillo. Y tal vez Cronin miró a su alrededor, y exclamó «¡Vampiros!» (su versión es que respondió al reclamo de su hija de ocho años, cansada de sus libros «aburridos») y, prestoGuerra y paz en plan Nosferatu.
Desde las selvas bolivianas
Enseguida, propuesta de trilogía, suculento adelanto, contrato para el cine con Ridley «Gladiator» Scott, y aletear hasta lo más alto de las listas. Lo que no es condenable. Porque las primeras 300 páginas deEl pasaje cumplen, apoyándose en parámetros no por conocidos menos eficaces, como la siempre resultona niña-frágil-pero-todopoderosaAquí hay mordidas a Soy leyenda , de Richard Matheson, y a Salem’s Lot The Stand, de Stephen King , presentando a una raza de vampiros saltarines que llegan desde las selvas bolivianas para ser investigados como posible medicina universal y/o arma definitiva por los descerebrados cerebros del Pentágono, quienes, por supuesto, los confinan a una instalación de máxima seguridad que no resulta tan segura.
Cronin cuenta el principio del fin con prosa inspirada y, consigue un personaje inolvidable: el melancólico agente del FBI Brad Wolgast.Pero en la página 309 ocurre algo más terrible que terrorífico: la trama avanza casi un siglo hacia un confuso paisaje postapocalíptico y variación hipertrofiada deLa carretera, de Cormac McCarthy, con demasiados personajes parecidos, abuso del recurso ese-que-pensabas-que-había-muerto-sigue-vivo y avalancha de datos cuya clarificación, esperemos, sea exigida por la hija de Cronin en las dos próximas entregas.
Sonrisa zombi
Nada de esto sucede en Oscura (Suma de Letras). Segunda parte de la Trilogía de la Oscuridad, firmada por Guillermo del ToroChuck Hogan , que –asimilado el desencanto de Nocturna–hasta se puede disfrutar con una sonrisa zombi. En cualquier caso, Del Toro y Hogan nos ofrecen de nuevo algo que se lee como video-game en el que los héroes incluyen a un cazador de vampiros superviviente de un campo de concentración nazi y un luchador mexicano marca Tarantino.
De ahí que tal vez resulte recomendable –tras tanta épica– llamar a la puerta de Los Radley, de Matt Haig (Mondadori). Una muy british comedia de costumbres à laTom Sharpe que parodia –¿subliminalmente?– las tonterías deCrepúsculo y True Blood. Matt Haig oferta seres no tan poderosos y preocupados por recaer en su «adicción» a la hemoglobina. No es sencillo. Y de ahí lo que siempre supimos: pocas cosas desangran y atemorizan más, y tienen los colmillos más afilados, que la propia familia.
Fuente: ABC.ES

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