Después de casi veinte años, José Donayre nos presenta su díptico “Doble de vampiro”, novela gótica de carácter reflexivo y/o posible monólogo interior de –o en torno a– Sarah Ellen, la rediviva mujer gótica mediatizada en 1993 y cuya maldición caería sobre el pueblo de Pisco y quienes osaron condenarla a una muerte sin muerte.
Sin embargo, este eje iniciático es una excelente factura de Ediciones Altazor, donde lo escritural muerde la yugular del elemento gráfico (o viceversa), siguiendo la línea de Giovanni Santori y su dictadura de la imagen.
Primero leemos “Una roja señal y ningún recuerdo”, donde se intercala la historia de Ellen, su madre, bruja o pitonisa y el cuestionamiento o autoinspección de un espíritu atormentado: “Alimentarnos del miedo, crecer de las sombras, beber de las nieblas y transpiraciones, del escalofrío de las fiebres que inoculamos, del terror que infundamos con nuestras sonrisas en las noches de calígine”.
Luego viene “En la noche absoluta del ausente”, versión decadentista del vampiro Castelnovo vía trabajo fotográfico especial para el proyecto, sin las estridencias ni las excentricidades de los chupasangres de Karloff o los retruécanos de los hemofílicos y/o regentadores de colmillos protuberantes del Nosferatu de F. W. Murnau, canibalizados por Hollywood.
Fuente: larazon.com.pe
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