El baloncesto de la extinta Unión Soviética siempre tendrá como uno de sus iconos a sus gigantes interiores. Desde el mítico Tkatchenko hasta el joven e insolente Sabonis, pasando por los Belostenny, Pankrashkin etcétera. Pero hubo uno, un gigante entre gigantes, cuya altura fue más una maldición que una ventaja. Uno de esos nombres que se quedan guardados en la memoria colectiva por la peculiaridad del personaje que no por sus habilidades y talento para el juego del basket. Ese nombre esAlexander Sizonenko (27 de julio de 1959 - 5 de enero de 2012), que vuelve a las primeras planas de los medios deportivos por su fallecimiento a los 52 años de edad.
Alexander Sizonenko pasará a la historia como uno de los jugadores de baloncesto más alto que haya pisado una cancha como profesional. Con una estatura que, según las fuentes consultadas, estaba entre los 2.39 y los 2.45, se sitúa en el podium de los gigantes baloncestísticos de todos los tiempos junto con el libio Suleiman Ali Nashnush (2.45) y el turco Kosen Sultan (2.42 cuando fue fichado por el Galatasaray, aunque tras su efímero paso por el basket ha seguido creciendo hasta alcanzar los 2 metros y medio). Esta característica física le dio la oportunidad de dedicarse a este deporte de forma profesional e incluso le permitió gozar de una efímera popularidad ... pero su inusual altura fue un auténtico calvario para Sizonenko. El gigante soviético vivió un descenso a los infiernos en sus últimos años de vida debido a su gigantismo, hasta que murió el pasado 5 de enero en un hospital de San Petersburgo.
Sizonenko nació el 20 de julio de 1959 en Zaporizhia, Ucrania. Sizonenko sufría un desorden en la hipófisis o glándula pituitaria, situada en la base del craneo y que segrega, entre otras, la hormona del crecimiento. Estos problemas desembocaron en un problema de acromegalia, debido a la secreción anormalmente excesiva de la hormona del crecimiento. A diferencia del gigantismo, que se produce exclusivamente durante la época del crecimiento, la acromegalia se sigue sufriendo durante la edad adulta. A pesar de ser operado durante la pubertad, este grave problema le hizo crece de forma desmesurada hasta acercarse a los dos metros y medio.
La anormal estatura de Sizonenko pronto llamaría la atención de los responsables de la gestión deportiva en la URSS. Debutó como profesional en el Spartak de Leningrado (actual San Petersburgo) en 1976, cuando tenía tan solo 17 años. Su enorme cuerpo le hizo incluso debutar con la selección soviética, con la que llegó a disputar una docena de encuentros. Era un buen aficionado al baloncesto e incluso parecía mostrar un conocimiento del juego bastante avanzado.Tal y como declaró el mítico coach ruso Alexander Gomelsky (palabras recogidas en un artículo de la Voz de Asturias en 2004) "Sizonenko tenía todos los elementos para convertirse en un gran jugador. No sólo me refiero a su enorme altura, sino también a su manera de pensar y actuar en el campo. Si no fuera por su enfermedad, hubiese sido, sin duda, una gran estrella del baloncesto". El problema es que su enfermedad le hacía tener una movilidad muy limitada, problema que fue acentuándose con el paso del tiempo. Así, con su físico deteriorándose progresivamente, pasaría de la elite del baloncesto a jugar en el modesto Stroitel de Koibychev (actual Samara), cuya camiseta defendería entre 1979-1986, dejando al baloncesto con 27 años y en un estado físico ya lamentable. Las lesiones y distintos problemas físicos fueron constantes en esos años y esta circunstancia le impidió volver a ser internacional y cumplir su sueño de jugar en el CSKA de Moscú.
Tras los 15 minutos de gloria de los que hablaba Andy Warhol y a espaldas del gran público, la vida de Sizonenko se convirtió en un auténtico infierno de forma paulatina. Contrajo matrimonio con una jugadora de baloncesto e incluso tuvo un hijo. Pero se divorcio a finales de la década de los 90. Además, participó en una versión cinematográfica del cuento de los hermanos Grimm "El sastrecillo valiente", película en la que también tomó parte otro gigante popular, Christopher Greener. Pero en la última década y media no levantó cabeza. Sus articulaciones, sobre todo las piernas, fueron perdiendo movilidad por culpa del peso corporal que tenían soportar. Como otro minusválido más, sobrevivió durante sus últimos años de vida con una pensión de concedida por el gobierno ruso. El anatomista Gunther von Hagens le hizo una oferta económica para que le cediera su cuerpo tras morir para formar parte de sus polémicos trabajos sobre la anatomía humana. Pero el gigante ruso no accedió, a pesar de las penurias económicas que sufría. Tras una rápida y fatal decadencia, Sizonenko nos dijo adiós a comienzos de año. Por desgracia, cumplió con la estadística que afirma que la esperanza de vida de las personas que sufren acromegalia no supera los 50 años. Las continuas fracturas de huesos y los problemas cardíacos inherentes a esta rara enfermedad condenan a estos gigantes a una muerte prematura.
Descanse en paz el gigante cuya estatura se convirtió en el peor de las condenas.
Fuente: solobasket.com
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