RIO DE JANEIRO.- La operación policial y militar en la favela de Alemao en Río de Janeiro, Brasil, compuesto por unos 12 vecindarios pobres y que por décadas, ha sido el principal bastión del grupo de narcotraficantes, el Comando Rojo; no sólo sirvió para arrebatarles el territorio a los criminales, también para descubrir la opulencia en la que vivían sus líderes.
En sus incursiones la policía militar descubrió una ostentosa mansión de cuatro pisos, llena de comodidades consideradas de lujo en esta pobre barriada, y que se cree que sería de uno de los jefes del narcotráfico.
La casa pertenecería a Luciano Martiniano da Silva (alias "Pezão") o a Alexander Mendes da Silva ("Polegar"), y está equipada con aire acondicionado central, pisos de porcelana y mármol, bañera de hidromasajes, pileta, sauna, cuatro grandes televisores LCD, conectados a una antena de televisión satelital y una piscina en la azotea.
En la cocina, electrodomésticos de acero de primera línea y mesas de cristal. En la terraza se situaban una parrilla, un bar repleto de botellas de whisky, cerveza y otras bebidas, y una pileta adornada con la estatua de un delfín.
Río prepara próximo golpe a pandillas
El gobernador de Río de Janeiro prometió desarticular las pandillas y hacer respetar la ley en sitios como Vila Cruzeiro. Brasil considera imperioso frenar la violencia de Río pues se prepara para ser sede de la Copa Mundial de fútbol del 2014 y de los Juegos Olímpicos del 2016.
En los dos últimos años la policía ocupó varias favelas y creó 13 puestos permanentes.
Vila Cruzeiro y el complejo de favelas Alemao fue escenario de intensos tiroteos en los últimos días tras el asalto de soldados en ropa camuflada, helicópteros y vehículos blindados de la Armada que pasaron por sobre neumáticos quemados y demás obstáculos con los que los delincuentes trataron de bloquear el acceso a las callejuelas.
"Ganamos", proclamó el jefe de la policía de Río Mario Sergio Duarte, luego de que sus hombres plantaron las banderas de Brasil y del estado de Río en el pico del Alemao el domingo, simbolizando la presencia del estado en una comunidad donde no imperó la ley por décadas.
"Se acabó el mito de su invencibilidad", acotó el director de seguridad pública José Beltrame, autor del plan de pacificación que está implementando el gobierno.
La policía afirmó que las aproximadamente 50 personas que murieron en una semana de tiroteos y represalias eran delincuentes. Pero la información suministrada por funcionarios de la secretaría de salud indican que entre los heridos hay muchos inocentes como Pereira, incluido un niño de dos años y un anciano de 81.
El alcalde de Río Eduardo Paes afirmó el domingo que tras la toma de estas favelas habrá "una invasión de servicios" y que se contempla la renovación de escuelas, la creación de un mercado local y la construcción de centros de atención de menores similares a los establecidos en otras favelas tomadas.
Ya comenzaron algunos trabajos. Trabajadores de servicios públicos, que no se animaban a ingresar a la favela, se abocaban al tendido de cables de electricidad en una zona en la que la electricidad que había era pirateada.
Las autoridades destacan que cuando se establecen puestos policiales permanentes, disminuye la delincuencia. En Cidade de Deus, la favela que inspiró la película del mismo nombre postulada a un Oscar, los homicidios cayeron de los 35 de noviembre del 2007 y 2008 a seis en el 2009, en que se instaló el puesto permanente.
Tres mujeres que charlaban el domingo en una plaza llena de basura se reían burlonamente ante la idea de que las cosas cambiarían en Vila Cruzeiro. Fumaban y vigilaban a sus hijos. Se negaron a dar sus nombres por temor a represalias.
"No, no vale la pena" la campaña policial, comentó una de las mujeres. "Nosotros vivíamos nuestra vida y ellos (los traficantes) la suya".
Ahora no ha habido electricidad por varios días, la comida que había en las neveras se está pudriendo y la policía irrumpió en sus viviendas, haciendo un desparramo al buscar armas y drogas.
"Miren a esa gente dando vueltas por ahí. Son pandilleros y solo esperan reanudar sus actividades", manifestó la mujer.
Lo único que hizo la incursión policial, sostuvo, fue asustar a los niños, que no duermen de noche, cerrar las escuelas casi toda la semana e impedirles ir a trabajar porque el servicio de autobuses fue interrumpido.
Estas mujeres, sin embargo, parecían ser la excepción, no la norma. La mayor parte de los residentes se mostraba contenta de la presencia policial. Los vehículos blindados arrancaron incluso muchos aplausos de los residentes al pie de la colina.
"Es un cambio. La población cree en la policía", comentó el oficial Ronald Martins mientras vigilaba un mercado de Vila Cruzeiro.
"Se me pone la piel de gallina", añadió. "Llevo 20 años con la policía y nunca vi nada así".
Beltrame dijo que los proyectos para mejorar la situación en las favelas se facilitan cuando la gente ve que la policía está allí para quedarse.
Agregó que muchos pandilleros están buscando trabajo, decididos a cambiar de vida.
"Hay casos en los que fueron a la policía en busca de ayuda", sostuvo el director de seguridad pública.
Una mujer que observaba los vehículos blindados junto con su nieto de siete años apuntó con su mano hacia la iglesia Nuestra Señora de Penha y recordó la época en que los fieles se reunían para honrar a la Virgen en octubre, se hacían picnics y se encendían fuegos artificiales.
Ahora, Josiane, quien no quiso dar su apellido, ya no va ni siquiera a misa y dice que le duele ver a su nieto, criado al sonido de las balas, asustarse con el estallido de un petardo.
"¿Se imagina criar a un niño que salta cada vez que hay un ruido fuerte?", preguntó. "Espero que este sea un renacer para esta comunidad. Las cosas tenían que cambiar. Hay que tener fe".
fuente: AOL.COM
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