Según algunos expertos, esta foto de la coronación de Carlomagno podría ser falsa.
En 1997, en la miniserie de Nexus 'La guerra de los Dioses' (God Con) había una parida que a mí, ingenuo, me hizo mucho gracia. Dios y Mahoma se encontraban antes de un combate y uno le decía al otro: “¡Tú por aquí! ¡No nos veíamos desde las Cruzadas!”. Lo curioso fue la reacción de un tal Todd C. Farmer, que mandó una carta que Mike Baron y Steve Rude no tuvieron más remedio que publicar. Según él, el chiste era “un insulto a la inteligencia de la gente; las Cruzadas son un fraude, propaganda creada por la realeza británica y los curas”.
Hasta hace poco, era la teoría más absurda que había escuchado (y he escuchado algunas), pero tuve que reclasificarla tras leer un artículo de Jerry Glover para Fortean Times sobre la extrañas ideas del alemán Hans-Ulrich Niemitz y sus ilustres colegas. Según ellos, la Alta Edad Media (desde la caída del Imperio Romano hasta el año 1000) nunca existió y a nuestro calendario hay que restarle nada más y nada menos que 300 años. En otras palabras, estamos en 1711. Es lo que se conoce como la Hipótesis del Tiempo Fantasma (o la Teoría del Tiempo Inventado, según su colega Heribert Illigs). Según esta escuela historiográfica, hay un fallo en nuestro calendario, lo que significa que entre el año 600 y el 900 no pasó nada. Mejor dicho,esos años se añadieron al hacer el tránsito del calendario juliano al gregoriano. En realidad, hay dos periodos fantasma. Uno entre 583 y 661 y otro entre 750 y 968. Tan sencillo como eso. Niemitz, en su paper '¿Existió realmente la Alta Edad Media?', plantea que la desaparición de estos 300 años del calendario pudo ser un error, una mala interpretación de los documentos disponibles o una conspiración. A tal pregunta no da ninguna respuesta clara, así que cada uno que coja la que más le guste (o las tres a la vez, da lo mismo). La segunda cuestión que plantea es cómo es posible que nadie le reconozca el mérito. Aquí la respuesta es un clásico. Él lo dice más académicamente, pero en román paladín viene a contar que los historiados son un poco hijoputas y no se atreven a cuestionar las teorías dominantes. Es verdad, si les cuesta asumir que las pirámides son marcianas o que la Atlántida existió (de hecho hay restos definitivos en unos 50 sitios), que no se atrevan con el calendario es de lo más normal.
Eso sí, lo que no le faltan son pruebas. Una –inapelable- es la capilla palatina del Palacio de Aquisgrán (prácticamente lo único que queda de este monumento catalogado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad) que, según cuenta, es un anacronismo arquitectónico: no pudo haber sido construido en el siglo VIII (que no existió) sino unos 200 años más tarde.
Y es que Carlomagno (el que mandó construir el Palacio) es la clave de este misterio. Es, dicen, un personaje ficticio así que, lógicamente, no pudo dejar tras de sí edificio alguno. Lo que pasó es que el emperador Oto III vivió en el siglo VII, lo que le parecía poco para un tipo tan importante. Así que con la ayuda de su lugarteniente Gerbertg de Aurillac (más tarde Papa Silvestre II) organizó un ejército de falsificadores para alterar el calendario y hacer coincidir su reinado con una fecha tan simbólica como el inicio del segundo milenio. Por el camino, se inventaron a Carlomagno para dotar al citado monarca de una ilustre ascendencia que no tenía. Tan fácil como eso y los historiadores siguen sin entenderlo. ¿Cómo llegaron Niemitz y cia. a estas conclusiones sin pasar por la Logse? Ese es el único misterio.
Como en toda teoría estrambótica, esta tiene algo –aunque muy poco- de verdad. Antes se consideraba que la Edad Media abarcaba desde el siglo V (la caída del Imperio Romano) hasta el XV (descubrimiento de América), aunque ahora el concepto de Alta Edad Media ha caído en desuso y los historiadores malvados prefieren considerar la etapa que va del V al X como la Antigüedad Tardía, ya que es un periodo de transición.
Los cambios de una sociedad esclavista a otra feudal, la descentralización o el fin de la cultura clásica no ocurrieron de un día para otro, sino que fue un tránsito paulatino que no ocurrió al mismo ritmo en toda Europa. Esos cambios sucedieron exactamente en la época que estos quieren borrar del almanque.
Como era de esperar, Niemitz e Illigs no están solos en su verdad revelada. En Rusia, un grupo de historiadores y matemáticos (Nikolai Morozov, Anatoly Fomenko -foto-…) abrió el camino a mediados de los 80. Basándose en los trabajos de inspiración bíblica de Jean Hardouin (1649-1729) que tanto gustaron a Isaac Newton, los ínclitos llegaron a la conclusión de quetodas las fechas estaban mal, y que en el siglo XVI los monjes benedictinos se encargaron de falsificar miles de textos griegos y romanos. Así, explican, el Viejo Testamento se escribió en realidad entre los siglos XIV y XVI, y la historia de Grecia, Roma o Egipto se la inventaron esos mismos religiosos. Lo curioso de todas estas teorías no es que alguien haya malgastado tinta y papel en escribirlas o que algún cerporro pierda tiempo escribiendo sobre ellas en su blog, sino que a sus autores no les hayan fichado ya por la Real Academia de la Historia.