Los rituales de la mafia

Antes de dar un golpe, los delincuentes aseguran su accionar con una serie de ritos y protecciones de magia negra.

Para un brujo decirle que no a un mafioso es como decirle que no a la costumbre de seguir respirando, puesto que la profunda fe que tienen los pillos en los hechizos de protección solo podría ser comparada con la saña y audacia con las que cometen sus fechorías.

Cortándole los caminos a la justicia

Los traficantes también tienen sus hechizos y protecciones. Uno de los más arraigados consiste en soplar la justicia con un cigarro, mientras se corta el humo en el aire con una tijera para cortarle los caminos a la justicia, alejando a la ley de la ruta que utilizará el cargamento desde la salida hasta su destino final.

Invisibles ante la ley

Muchas veces nos preguntamos, cómo es posible que los malhechores se hagan humo delante de las narices de la Policía, minutos después de cometer un atraco o un crimen. Y la respuesta está dada por los ritos que utilizan algunos delincuentes, hechizos que los hacen invisibles ante la ley.

El más común y extendido de estos es el de la oración al Santo Justo Juez, misma que viene impresa en el reverso de una estampita y que libra de todo mal encuentro al invocar la letanía: “que tengan ojos y no puedan verme, oídos y no me escuchen, manos y no me agarren, pies y no me sigan ni me alcancen, sentidos y no me sientan…”.

Incluso ante la imagen del Santo Justo Juez se arman altares en los que se “velan las herramientas”, o sea las armas que se utilizarán para hacer los trabajitos, lográndose de esta manera proteger al usuario y la fechoría que tiene programada. En el altar se incluyen rosas de varios colores, velas blancas, las balas y recortes de prensa o fotografías de alguna fechoría cometida por el devoto pillo. De esta forma el delincuente será invisible para cualquier elemento del orden, llámese policía, juez, fiscal o lo que sea que represente a la ley.

La vara de la justicia

Pero además de ser invisibles y de pasar inadvertidos, los pillos utilizan los famosos círculos anudados de vara de la justicia, en los que con cada vuelta y en cada nudo se invoca el alejamiento de todos los tipos de autoridades y de encuentros con la justicia. Este enramado circular se ata en los extremos y se coloca en la planta del zapato derecho para “pisar y humillar a la justicia”, lográndose que incluso los que estén presos salgan libres en las audiencias en las que se los presenta ante jueces y fiscales.

También la vara de la justicia se utiliza en ramas que se amarran con cinta roja para pegarlas atrás de un retrato del Señor de la Justicia, el cual se coloca sobre el marco de entrada de la casa, evitando de esta manera que ingresen los miembros de la ley a ese lugar.

Los sicarios y la Santa Muerte

Pero el ritual de magia negra más macabro de todos es el dedicado a la imagen de la Santa Muerte, retrato de una virgen con rostro de calavera a la que se le encomienda al “paciente” o víctima del ajusticiamiento.

Los altares incluyen el cuadro con la imagen de la Santa Muerte, velas negras, pétalos de rosas muertas o marchitas, el arma que se va a emplear para eliminar al sujeto del encargo, tres de las balas que se utilizarán y, montada en el centro de la pistola o revólver un cirio negro con la fotografía patas arriba de la víctima sujeta con dos alfileres, envuelta y atada con cinta negra.

La oscura devoción a la Santa Muerte está prohibida por la Iglesia Católica, pero se practica intensamente en México, El Salvador y Colombia, en donde la violencia es el pan de cada día. Para los sicarios, la diabólica imagen es símbolo de fanática fe y creencia absoluta en que cada bala será guiada por un poder supremo que les permita cumplir con el encargo y cobrar por el “muñeco”.

Fuente: extra.ec