Cuando el asesinado líder de Al Qaeda tenía apenas 22 años, su apellido comenzó a ser famoso pero no por relacionarse a una tragedia.La historia, en la nota.
Osama Bin Laden corrió en la máxima categoría del automovilismo mundial. No él en persona, sino que su familia y no desde la butaca sino que como sponsor. Fue en el equipo Williams y uno de los pilotos era el argentino Carlos Alberto Reutemann.
Por ese entonces, el asesinado líder de la red Al Qaeda estaba por cumplir 22 años y había egresado de la Universidad Rey Abdul Aziz en la carrera de Administración de Empresas. Algo curioso para quien luego optó por comandar una organización terrorista alejada de la frialdad de los números y con la jihad (Guerra Santa) como bandera de batalla. Su padre, Mohammad bin Laden, era un poderoso empresario petrolero de Arabia Saudita que se mató en un accidente de tránsito en 1968. Paradójicamente, la empresa familiar auspiciaría al equipo que más rápido de la Fórmula 1.
La llegada del grupo “Bin Ladin” (tal como aparecerá pintado en el lateral del coche de 1979) llegó a través de Frank Williams. El británico captó la publicidad de las empresas petroleras árabes para participar de la competencia. Los de Oriente Medio etaban realizando fuertes inversiones en Inglaterra y acompañar el proyecto de una escudería de ese país era una adecuada puerta de entrada a los negocios del Reino Unido.
La revista El Gráfico el 11 de septiembre de 1979 publicaba en tapa que la Selección argentina Sub 20 lograba el campeonato del mundo en Japón con Maradona y Ramón Díaz y en el interior aparecía un recuadro con los inversionistas de Williams. Saudia Airlines aportó 835 mil dólares; Albilad, 300 mil dólares; Dallah, 200 mil y TAG, 400 mil. El grupo “Bin Ladin” brillaba por su ausencia pero se estima que el aporte (por el tamaño del cartel plasmado en la carrocería) sería de unos 100 mil dólares. Doce años después de esa publicación, el decimoséptimo hijo del poderoso empresario haría paralizar al mundo con salvajes atentados.
Por ese entonces, el asesinado líder de la red Al Qaeda estaba por cumplir 22 años y había egresado de la Universidad Rey Abdul Aziz en la carrera de Administración de Empresas. Algo curioso para quien luego optó por comandar una organización terrorista alejada de la frialdad de los números y con la jihad (Guerra Santa) como bandera de batalla. Su padre, Mohammad bin Laden, era un poderoso empresario petrolero de Arabia Saudita que se mató en un accidente de tránsito en 1968. Paradójicamente, la empresa familiar auspiciaría al equipo que más rápido de la Fórmula 1.
La llegada del grupo “Bin Ladin” (tal como aparecerá pintado en el lateral del coche de 1979) llegó a través de Frank Williams. El británico captó la publicidad de las empresas petroleras árabes para participar de la competencia. Los de Oriente Medio etaban realizando fuertes inversiones en Inglaterra y acompañar el proyecto de una escudería de ese país era una adecuada puerta de entrada a los negocios del Reino Unido.
La revista El Gráfico el 11 de septiembre de 1979 publicaba en tapa que la Selección argentina Sub 20 lograba el campeonato del mundo en Japón con Maradona y Ramón Díaz y en el interior aparecía un recuadro con los inversionistas de Williams. Saudia Airlines aportó 835 mil dólares; Albilad, 300 mil dólares; Dallah, 200 mil y TAG, 400 mil. El grupo “Bin Ladin” brillaba por su ausencia pero se estima que el aporte (por el tamaño del cartel plasmado en la carrocería) sería de unos 100 mil dólares. Doce años después de esa publicación, el decimoséptimo hijo del poderoso empresario haría paralizar al mundo con salvajes atentados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario