En esta foto tomada el domingo 1 de mayo del 2011, Chikako Sagawa, de 30 años, y su madre Kumiko (izquierda) platican en los manantiales de Takayu Onsen, en Fukushima, Japón. La alguna vez vibrante industria turística de la prefectura siente los estragos de la crisis de la planta nucleoeléctrica de la región.
En un día helado y ventoso, cerca de la cima de un volcán conocido como "el pequeño monte Fuji", la familia Ryan cuenta la agitación que se suscitó en casa antes de partir.
"La gente pensó que estábamos locos", dijo Kerry Ryan, de 52 años, habitantes de Cape Coral, Florida.
"Decían que íbamos a volver brillando", añadió su nieta de 10 años Isabelle Ryan.
Pero los Ryan, quien nunca antes habían viajado fuera de Estados Unidos, decidieron apegarse a su destino planeado: Fukushima.
El nombre es ahora sinónimo de la planta nuclear que se averió y liberó radiación después que un potente tsunami devastara la costa noreste de Japón.
La desafortunada asociación ha tenido una dolorosa consecuencia económica para la prefectura de Fukushima y la ciudad del mismo nombre, que se ubica a 64 kilómetros (40 millas) de la mencionada nucleoeléctrica.
Además de las afectaciones económicas directas, productores agropecuarios y otros empresarios enfrentan el daño a la reputación de Fukushima.
El gobierno estableció una zona de exclusión obligatoria con un radio de 20 kilómetros (12 millas) desde la planta nucleoeléctrica. Algunos pueblos fuera de la zona también han recibido la recomendación de evacuar. El gobierno estadounidense aconseja a sus ciudadanos no acercarse a menos de 80 kilómetros (50 millas) de la planta.
La alguna vez dinámica industria turística de la prefectura sufre las consecuencias.
Los funcionarios de sitios turísticos dicen que el flujo de visitantes cayó a la mitad este año durante la Semana Dorada, un popular período vacacional en Japón que se extiende hasta el jueves.
"Es una temporada muy difícil", dijo Sanae Watanabe, gerente del centro para visitantes Jodo Daira, en la periferia del monte Azuma-Kofuji. "Ahora se conoce a Fukushima por otras razones. Pero queremos que se sepa que hay muchos lugares sin problemas".
Eso es justo lo que los siete miembros de la familia Ryan descubrieron cuando llegaron.
Cualquier rastro de nerviosismo se convirtió en asombro por la belleza natural de la región, la cual está rodeada por espectaculares paisajes montañosos, flores y manantiales.
"Es hermoso, es maravilloso", dijo Kerry Ryan, cuyo hijo Johnathan vive en el poblado cercano de Aizu Wakamatsu y se casó el fin de semana.
Otra pareja que se negó a estar lejos fue la de Masako y Seiichi Miatake, de Tokio.
Hicieron reservaciones antes del sismo del 11 de marzo para viajar durante la Semana Dorada. Han tomado vacaciones en Fukushima durante décadas y nunca consideraron la posibilidad de cancelarlas ahora.
"No estábamos seguros de si sería apropiado venir y disfrutar en momentos como este", dijo Masako Miatake, de 75 años. "Pero en verdad nos gusta Fukushima".
El sismo de magnitud 9,0 y el subsiguiente tsunami causaron daños por unos 300.000 millones de dólares, y la muerte o desaparición de al menos 26.000 personas.
Sus efectos se sienten en todos los sectores de la economía, no sólo en el turismo, pero se calcula que el tránsito de turistas disminuirá 28% durante la Semana Dorada de este año
Fuente: terra.com.co
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