danielorbis

sábado, 9 de abril de 2016

La triste vida de la 'mujer salvaje' en su poblado tras pasar 20 años perdida en la jungla


Pasó casi 20 años en la jungla y ya han pasado nueve desde que fue rescatada por un 

grupo de leñadores. 

No sale de la pequeña cabaña en la que vive y sus ojos no muestran 

emoción alguna. 

La falta de medios de su familia ha provocado que no avance debido a su 

insuficiente tratamiento psicológico. 

El misterio sobre cómo sobrevivió o el origen de las 

cicatrices de sus muñecas con las que fue encontrada perdura en el pueblo Oun.

Nueve años después de que Rochom P'ngieng fuese descubierta en una jungla de 

Camboya y catalogada como 'la mujer salvaje' por medios de todo el mundo, su pasado 

continúa siendo un misterio y su presente consiste en vivir encerrada. Sus ojos no 


muestran emoción alguna mientras su madre y su hermana cuentan cómo es hoy la vida de l
a niña que a los siete años el bosque les arrebató para devolverla convertida en una mujer 

de 25 años. "Los leñadores la trajeron de vuelta", rememora Rochom Soy, madre de 

P'ngieng que ahora tiene 34 años. La hermana, Rochom Sony, le ha dejado salir de la 

pequeña cabaña en la que vive encerrada, algo que ocurre dos veces al día, cuando la 

familia no tiene que trabajar o está fuera de casa. "Tenemos que tener mucho cuidado, 

ahora ya no le dejamos que se vaya de casa porque estamos preocupados por ella, 

cuando 

se va puede romper algo y se enfadarán con nosotros", argumenta Sony.



La joven descubierta en el bosque nunca pudo hablar y no se realizaron pruebas de ADN a l
a familia, por lo que el misterio sobre cómo sobrevivió o el origen de las cicatrices de sus 

muñecas con las que fue encontrada perdura en el pueblo Oun, en la norteña provincia de 

Ratanakiri, donde la mitad de la población es indígena. Inadaptada y falta de terapia Solo 

algunos dibujos revelan los pensamientos de P'ngieng, a la que le gusta ilustrar figuras 

cotidianas, mujeres con cestas, campesinos, y a veces, líneas en las muñecas de estas 

personas que recuerdan a sus cicatrices. En su nuevo hogar, las tradiciones, la pobreza y 

el aislamiento geográfico han determinado su adaptación, que en los primeros años fue 

positiva, según la ONG española Psicólogos Sin Fronteras. "Hubo grandes temporadas en 

las que se la veía contenta y adaptada a su nuevo medio", cuenta el español Hector Rifá, 

que trató a P'ngieng desde 2008 hasta 2012, cuando "la crisis económica se cebó con los 

programas de cooperación internacional". En el remoto pueblo de Ratanakiri, su madre 

justifica la necesidad de encerrar a su hija. "Antes tenía buena pinta y estaba mejor, la ll

evaba a que se diese una ducha y trabajase conmigo, entendía como trabajar, vestirse, 

llevar agua, pero después de lo del retrete...", cuenta Soy. La madre se refiere a un 

episodio en el que su hija apareció en el fondo de una letrina de diez metros de 

profundidad 

tras permanecer desaparecida diez días en 2010. La familia asegura que el suceso detuvo 

su progreso. Rifá considera que este hecho pudo afectarle, pero lo que mas le condiciona 

es "la falta de un entorno familiar estimulante con una asistencia terapéutica continua". El 

trabajador social revela que parte del motivo de que no pueda comunicarse es que sufre 

una discapacidad auditiva, que confirmaron expertos en 2007. Su familia no comprende 

estas limitaciones, ya que P'ngieng puede cantar y vocalizar sílabas, lo que sugiere que la 

perdida de su capacidad auditiva no fue de nacimiento, según el psicólogo. Faltos de 

medios La visión clínica de las necesidades de P'ngieng dista del mito creado por la 

comunidad local y los medios. El jefe de distrito de la policía, Mao Sun, que en 2007 

atribuyó la aparición de la joven a la voluntad de los espíritus del bosque, ahora da una 

explicación extendida en su comunidad: "las criaturas salvajes la criaron". Por otro lado, 

Mao Sun niega que P'ngieng ha destruido propiedad privada cuando se escapa de casa ya 

que "es muy calmada". El trabajador de la ONG local Organización Psicosocial 

Transcultural, Seang Leap, dice que cientos de personas, en su mayoría en zonas rurales, 

encadenan o encierran a sus familiares cuando tienen enfermedades mentales o 

problemas 

sociales en Camboya. "Los familiares están lejos (de la atención médica), no tienen a 

nadie 

que pueda cuidarles, y no entienden la situación", asegura Seang Leap, cuyo proyecto da 

asistencia a cuarenta y un casos, aunque su presupuesto no le permite llegar a Ratanakiri. 

La visita a P'ngieng termina y su hermana la acompaña de nuevo a la cabaña en la que 

vive, aunque antes se apresura a colocar el tirante de la camisa de P'ngieng, ya que su 

desnudez podría ofender a los visitantes.

Fuente:20minutos.ers

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