La escultura de Huehuetéotl, Dios viejo o del fuego y dos estelas completas, así como el fragmento de otra, fueron los hallazgos que localizaron los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la cúspide de la Pirámide del Sol, a 216 pies (66 metros) de altura de la estructura ubicada en Teotihuacán, Estado de México.
La escultura de Huehuetéotl es la pieza más grande encontrada hasta ahora en la zona arqueológica, que junto con los otros objetos debieron decorar la cima del edificio piramidal hace unos 1,500 años, informó el INAH.
La responsable de las excavaciones en la cúspide de la edificación destacó que los hallazgos destacan por su gran formato.
La escultura de Huehuetéotl, que se descubrió en un 75% y fue realizada en andesita gris, tiene 1.9 pies de altura (58 centímetros) y pesa alrededor de 352 libras (190 kilos). Esta representación conserva, en un caso inédito, parte de la pigmentación original sobre los diseños geométricos en bajorrelieve e iconográficamente.
Este descubrimiento -junto con el hallazgo en 1906, de un brasero y varios símbolos escultóricos de la ceremonia sagrada del Fuego Nuevo sobre la plataforma adosada-, podría indicar que la Pirámide del Sol fue escenario de cultos de carácter ígneo y de finales de ciclos calendáricos.
Las estelas completas de piedra verde son lisas; la primera es de 8.4 pies de largo (2.56 metros de largo) y 2,105 libras (955 kilos). Esta última se descubrió en la primera semana de diciembre pasado, poco antes de terminar la temporada de exploración de 2012.
Para su transportación a las oficinas del proyecto de investigación, se requirió del apoyo de personal de la zona arqueológica.
Durante la temporada de exploración arqueológica, efectuada de junio a diciembre de 2012, se buscó despejar las dudas sobre el sistema constructivo y el fechamiento de la gran pirámide.
Igualmente, se enfocó en otros espacios de la pirámide, como su base, cerca de la esquina noroeste, a fin de definir el punto de contacto entre la plaza de la construcción y la muralla que rodea al edificio.
Se excavaron, además, las dos escalinatas del primer cuerpo, con el objeto de encontrar evidencia de la decoración original, encontrándose una escultura, restos del talud y del tablero original, todos del siglo V d.C.
El resto de los trabajos se enfocaron a la consolidación arquitectónica en la fachada Sur, particularmente de un muro de relleno y su talud, y en la contención de la fachada Este.
De las excavaciones se dedujo que la estructura fue concebida desde el principio con la altura que hoy podemos apreciar, cercana a los 70, aunque posteriormente fueron ampliados sus dos primeros cuerpos, aumentando así su anchura.
Anteriormente, entre 2008 y 2010, los investigadores del INAH encontraron, a través de pozos estratigráficos, tres estructuras previas a la construcción de la Pirámide del Sol y dos ricos depósitos de materiales, uno de ellos, la ofrenda de consagración del edificio que data de fines del siglo I o comienzos del II.
De acuerdo con el arqueólogo Alejandro Sarabia, las piezas se encontraron al interior de una fosa - de cuatro metros de ancho, 17 de largo y cinco de profundidad-, que data posiblemente de finales del siglo V o inicios del VI de nuestra era. El depósito fue parte del templo que los mismos teotihuacanos destruyeron en ese periodo, sin embargo, algunos elementos arquitectónicos se dejaron en su lugar original.
Añadió que la fosa fue excavada en tiempos prehispánicos para recuperar la ofrenda principal de la construcción, en un acto de desacralización y con el propósito de repartir su contenido en otros edificios públicos de la antigua ciudad.
Por su parte, la arqueóloga Nelly Zoé Núñez Rendón, también investigadora del Proyecto Pirámide del Sol, precisó que la poca profundidad a la que fueron localizándose las piezas indica que cuando Leopoldo Batres consolidó la Pirámide del Sol, hace poco más de un siglo, únicamente cubrió la cima, sin antes haber excavado esta área.
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