Un billete a la época en la que la Gran Pirámide de Keops comenzaba a despuntar por la meseta de Giza. Algo así como echar la vista atrás más de 4.500 años. Es el viaje en el tiempo que ofrece uno de los papiros más antiguos de la historia egipcia, en el que un funcionario llamado Merer guardó con todo lujo de detalleslos portes de piedra caliza que la cuadrilla a su cargo realizaba diariamente a través del Nilo y sus canales hasta los pies del imponente monumento. Un diario en la quedaron inmortalizadas, incluso, la sencilla dieta que alimentaba a los acarreadores y las cuentas pendientes de la administración.
"El papiro es parte de un libro administrativo de una gran importancia histórica. No se trata de un documento que ensalza al monarca y está lleno de adorno y propaganda sino del texto de un inspector en el que registra los traslados en barco de las últimas piedras que recubrían la pirámide y que han desaparecido", relata a EL MUNDO el belga Laurent Bavay, director del Instituto Francés de Arqueología Oriental (IFAO), la institución estatal gala que patrocina la misión franco-egipcia que halló los papiros en 2013 mientras horadaban el primer puerto de la historia, ubicado en el área de Wadi el Jarf, a 180 kilómetros al sur de la actual ciudad de Suez.
Dos fragmentos del bautizado como "Registro de Merer", que tendría hasta dos metros de longitud, se exhiben desde este jueves por primera vez en las abarrotadas salas del Museo de Antigüedades egipcias, en la simbólica plaza Tahrir de El Cairo. Fueron descubiertos junto a los accesos a dos de la treintena de galerías que -cavadas en la roca a unos 5 kilómetros de la orilla del mar Rojo- fueron usadas como talleres, almacenes de barcos y vivienda. Las oquedades fueron selladas al término de los trabajos mediante de bloques de piedra con el nombre de Keops (2589-2566 a.C.) escrito en tinta roja, del mismo modo que se cegaron las entradas a la Gran Pirámide.
"La hipótesis es que los papiros eran un material administrativo que se transportaba de un lugar a otro y que los abandonaron allí porque Keops falleció y llegó al trono un nuevo rey con una contabilidad diferente", apunta Bavay. De hecho, uno de los legajos ha arrojado luz sobre la fecha en la que fueron garabateados. "Menciona el año del decimotercer censo. Sabemos que hacían recuento cada dos años por lo que correspondería al año 26 del reinado de Keops, el penúltimo conocido", arguye el egiptólogo belga.
La sencilla dieta de los obreros
Uno de los fragmentos rescatados del olvido reconstruye la sobria dieta a base de pan y cerveza de los transportistas -alrededor de cuarenta- que trabajaron a bordo de barcazas en el traslado de los bloques hasta la necrópolis de Giza para levantar la sepultura del segundo rey de la IV dinastía. Tres columnas reúnen las cuentas: en rojo, los víveres que la administración central prometió enviar; en negro, lo que fue enviado en realidad; y, de nuevo, en rojo lo adeudado.
Los alimentos -que aparecen desglosados en sorgo, dátiles o cebada, entre otros- procedían del fértil delta del Nilo y llegaban al tajo cada mes. Las tablas de suministro son una prueba del férreo control que se ejercía desde la corte y de la organización precisa y cristalina de la que una vez gozaron los antepasados de los egipcios actuales, más proclives al caos y la opacidad. "Los papiros nos indican, además, que los viajes desde la cantera de Tora [a las afueras de El Cairo] duraban dos días. La vuelta, en cambio, precisaba de una sola jornada", señala Bavay. Según el registro, la expedición atracaba en el "Ro She Jufu", un centro logístico en las inmediaciones de la pirámide supervisado por el visir Ankhhaf, hermanastro de Keops.
"En los papiros hay incluso un pasaje en el que se relata como Merer se reunió allí con el visir, que actuaba como primer ministro de Keops y arquitecto de su pirámide. Lo increíble es que con toda esa información uno es capaz de imaginar al funcionario dejando por escrito el encuentro ya de regreso a bordo de su barca", reconoce el experto. Los fragmentos de los cuatro papiros expuestos desde este jueves en el Museo de Antigüedades egipcias son solo parte del tesoro, roto en cientos de pedazos. "Además de consolidar las piezas, hemos tenido que unirlas porque teníamos hasta mil fragmentos conservados en cristal", comenta Moamen Ozman, jefe del departamento de conservación del mayor centro de arte faraónico del mundo.
"Cerca de 10 papiros están bien conservados y el resto son cientos de fragmentos de diferentes tamaños", explicó a este diario el egiptólogo francés Pierre Tallet, profesor de la Universidad parisina de La Sorbona y director de la misión arqueológica cuando se localizaron los primeros restos en 2013. Desde entonces y hasta este mismo año, su equipo ha ido recuperando las piezas para tratar de recomponer un puzzle y elaborar una monografía sobre la zona de Wadi el Jarf que será publicada próximamente.
Además de levantar acta de los papiros, el volumen desvelará detalles del primer muelle de la Historia. "Todos los elementos encontrados evidencian que éste es el primer puerto construido del mundo, en la época de Keops. Más de 1.000 años antes de cualquier otra estructura portuaria conocida", avanzó Tallet. El lugar, del que se han recuperado decenas de anclas faraónicas y cerámica, había sido observado a vista de pájaro "por los pilotos franceses que trabajaban en el Golfo de Suez durante la década de 1950".