aumentar tanto la duración como la calidad de vida, es uno de los campos de investigación
científica más pujantes y con más fuentes de financiación.
La denominada ‘industria antienvejecimiento’ (anti anging, según el término original en inglés) mueve cada año una suma de dinero cercana a los 60.000 millones de euros, según los datos de la consultora Global Industry Analysts.
Algunas de las personas más ricas del mundo han destinado una buena parte de sus fortunas a financiar proyectos sobre la inmortalidad. Los últimos avances, como los centrados en terapias regenerativas, inteligencia artificial o células madre nos acercan cada vez más al transhumanismo. Entre estos se encuentran los interfaces cerebro-ordenador (BCI), como la próstesis de memoria desarrollada por el ingeniero neural Theodore Berger, las prótesis biónicas ideadas por Nigel Ackland, o las técnicas de control neuronal(optogenética), entre cuyos pioneros destaca el científico del MIT Ed Boyden. Las principales sociedades científicas del Reino Unido calculan que los citados avances se incorporarán a la vida cotidiana “en un futuro cercano”.
Unos avances que ponen de relieve la creciente obsesión por alterar el curso natural de la vida o, al menos, anticiparnos al futuro y contar con datos para, por ejemplo, saber cuándo vamos a morir. Aunque parezca increíble, esto último ya es posible o, al menos, la ciencia está a punto de desvelarlo. Un equipo científico del Instituto Finlandés de Salud, liderado por Johannes Kettunen, ha desarrollado una prueba que, mediante análisis de sangre, nospermite predecir la muerte súbita en el plazo de los cinco próximos años.
La denominada ‘prueba de la muerte’ es fruto del trabajo de varios años durante los que se realizó un seguimiento del estado de salud de más de 17.000 personas sanas. Mediante análisis periódicos de sangre, que los investigadores compararon entre sí (los que murieron frente a los que sobrevivieron o los que desarrollaron ciertas enfermedades incurables y los que no), descubrieron un total de cuatro biomarcadores que están llamados a revolucionar la medicina: indican el riesgo de muertedurante el siguente lustro.
Premios Nobel y empresarios sanitarios como aval
Las empresas biotecnológicas son ya el motor que está permitiendo recorrer el ansiado camino hacia la medicina preventiva o personalizada, la única alternativa real al declive en el envejecimiento, anticipando el desarrollo de enfermedades. Los avances científicos ligados a los telómeros(secuencias de ADN ubicadas en los extremos de los cromosomas) son la clave de este revolucionario proceso en el sector sanitario, un campo de investigación que ha dado como fruto cientos de artículos científicos y varios premios Nobel en los últimos años.
La directora Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) María Blasco, que trabajó en esta materia junto a la doctora Carol W. Greider(una de las últimas premiadas con el prestigioso galardón sueco) se ha convertido en uno de los pesos pesados a nivel mundial de la medicina del futuro, gracias al desarrollo de la denominada técnica TAT: Tecnología de Análisis de Telómeros. Se trata de una prueba diagnóstica, mediante un simple análisis de sangre, que mide la longitud de los telómeros, ofreciendo así una valiosa información sobre los riesgos de cada individuo de desarrollar diversas enfermedades.
La tecnología desarrollada por Blasco se comercializa a través de la firma Life Length, una biotecnológica que lleva el sello de la marca España y que, a pesar de su corto recorrido vital, ya ha logrado posicionarse en más de 30 países y experimentar un atípico crecimiento exponencial en el plano financiero. Cofundada por la propia Blasco, junto a Matlin Associates y la Fundación Botín, la empresa española acaba de incorporar a John de Zulueta como asesor senior.
John de zulueta.El que fue presidente ejecutivo del Grupo Sanitas (2005-2009) y de USP Hospitales (2010-2012), y que en la actualidad preside el Comité de Sanidad del Círculo de Empresarios y es vicepresidente de la Fundación Bankinter, ha recibido a El Confidencial para explicar los retos y logros de la compañía, así como las tendencias de futuro en el sector sanitario. “Ahora mismo estamos en la frontera de la ciencia. Los telómeros son la vanguardia de la medicina, con investigaciones que estudian su relación, por ejemplo, con la posibilidad de sufrir un infarto”, apunta.
"Podremos prevenir el cáncer, la diabetes o la infertilidad"
La sofisticación de los diagnósticos basados en la técnica TAT se basa en que “analizan los telómeros cromosoma por cromosoma”. Sus resultados tienen así una precisión que hace tan sólo unos años era impensable, aportando una precisa información sobre la edad biológica, la esperanza de vida, el tipo de enfermedades que se pueden contraer en el futuro o la influencia de los hábitos alimenticios y de ocio en nuestra calidad de vida, entre otras cuestiones. El precio para los pacientes todavía es elevado (por encima de los 400 euros), pero Zulueta calcula que en se reducirá a casi la mitad a corto plazo, “a medida que vaya aumentando la demanda”.
Para el expresidente de Sanitas no hay duda de que se incrementará el volumen de las pruebas, tanto por el interés de las aseguradoras y clínicas privadas en incorporar estos test a sus servicios, como por el avance de las investigaciones en este campo. A día de hoy, explica, las investigaciones ya “están en la fase explicar cómo los telómeros interactúan con el cuerpo y se relacionan con enfermedades tan dispares como el cáncer, la diabetes, las patologías cardiovasculares o la infertilidad”.
El ahorro que supone para los sistemas de salud el hecho de aplicar la prevención frente a los tratamientos también es evidente, a la par que imprescindible en un contexto económicamente insostenible debido al aumento de la esperanza de vida. “Yo, por ejemplo, me he hecho un test de cáncer de colon por 200 dólares, que al tener un resultado negativo me evitó realizar una colonoscopia cuyo coste era de 600. El futuro de la medicina tiene que pasar por lo preventivo porque no hay ni un solo país desarrollado con la suficiente capacidad financiera para mantener el actual ritmo de gasto sanitario con las previsiones de envejecimiento poblacional”.
La inversión de la pirámide demográfica (en 2050, el 36% de la población española tendrá más de 65 años, según Eurostat) está afectando directamente a las arcas de la seguridad social. El retraso de la edad de jubilación responde también a esta negativa tendencia demográfica, pero el agujero económico de las pensiones difícilmente se reducirá si la mayor parte de la población no llega a esas edades en las condiciones de salud apropiadas para seguir trabajando. Un envejecimiento saludable cuyo principal soporte es la medicina personalizada.
Fuente: elconfidencial.com
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