¿Cuánto cuestan los presidentes-payaso? Bueno, en primer lugar, ¿quiénes son los presidente-payaso? Se trata de unos tipos que tienen una idea circense de la función pública. Creen que han sido elegidos para entretener, no para servir y cumplir con las leyes. Hablan nueve horas, cantan, insultan, dicen barbaridades.
Uno de los rasgos más notorios de los presidentes-payaso es la candorosa irresponsabilidad que exhiben. No advierten, o no les importa, el daño que hacen a sus países. Viven tan pendientes del aplauso y del titular de primera plana, que son incapaces de calcular o prever el coste de sus acciones. Incluso sucede algo más grave: sus compatriotas suelen reírles las gracias, sin percatarse de las adversas consecuencias económicas generales que acarrea tener como rostro visible de la sociedad a un presidente-payaso.
Un caso reciente es el del presidente ecuatoriano Rafael Correa. Correa acaba de armar un espectáculo absolutamente mediático con su demanda triunfal de cuarenta millones de dólares contra un respetado diario, El Universo de Guayaquil, que acabará confiscado o clausurado por una crítica columna de opinión publicada por Emilio Palacio. Los propietarios del diario, además, como el autor del artículo, fueron condenados a tres años de cárcel y tuvieron que exiliarse antes de acabar tras las rejas.
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¿Qué fue lo que trascendió de este lamentable show? Muy sencillo: que Ecuador es un país poco fiable en el que no vale la pena invertir. Es una sociedad amable, desgraciadamente administrada por un gobierno poco serio. Se trata de una nación "bananera", de acuerdo con el editorial delWashington Post, en la que,
tras cuatro cambios de jueces, un magistrado temporal asume el caso, ordena una vista, y 33 horas después emite una resolución de 156 páginas, probablemente escrita por un abogado de Correa.
A los dos días de la trágica payasada contra El Universo, un panel especial administrado por la Corte Internacional de Arbitraje de La Haya emitió un laudo provisional a favor de Chevron para detener una sentencia ecuatoriana que condenaba a la empresa petrolera a pagar miles de millones de dólares como compensación por un discutido daño ecológico infligido al país hace varias décadas... por otra compañía.
Todo eso es carísimo. En los tiempos de la globalización y de la información instantánea, los presidentes están obligados a cuidar la marca-país con el mismo celo con que los empresarios tratan de proteger el prestigio de las compañías que dirigen y los productos que manufacturan.
Los países y las ciudades proyectan ciertas imágenes muy importantes para la toma de decisiones. Existe un baremo internacional, el Anholt-GfK Roper Nation Brands Index, que mide y contrasta la calidad de la imagen de las naciones; lógicamente, Ecuador aparece por los suelos. Por eso los capitales se refugian en Zúrich y huyen de Quito.
Los payasos, sin duda, son criaturas adorables, pero es muy conveniente mantenerlos alejados de la política. Cuestan demasiado.
Fuente: libertaddigital.com
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